Las definiciones de acoso difieren dependiendo de la región del mundo: discriminación laboral (EE. UU.); violación de la dignidad de una persona tanto en el contexto laboral como en su vida privada (Europa); acoso sexual (países de la CEI).
Independientemente de la cultura, la descripción oficial de acoso psicológico de la ONU se refiere a cualquier comportamiento no deseado que crea un ambiente hostil, degrada la dignidad de alguien, asusta o le afecta de manera negativa. Psicológicamente, el acoso no está asociado con la satisfacción de las necesidades sexuales de alguien, sino con una demostración de poder y dominación.
Algunas de las formas más comunes de acoso incluyen:
- verbal (comentarios, comentarios humillantes)
- no verbal (imágenes obscenas, memes, sonidos ofensivos, silbidos y gestos obscenos)
- físico (acercamiento excesivo a la persona, tocar el cuerpo, el cabello o la ropa, acecho, besos, agresiones).
La persona responsable y la víctima del acoso pueden ser de cualquier género o situación laboral, desde conocidos casuales hasta parejas en relaciones a largo plazo. Por lo general, el acoso implica acciones bastante significativas y repetitivas (varios incidentes), pero también puede ser un solo caso de abuso grave, como una oferta de acción íntima.
La diferencia entre el coqueteo y el acoso radica en la observancia del principio de consentimiento básico ("un sí claro"). En caso de que una persona no respalde los avances no deseados y otra persona siga intentando, es una falta de respeto a los sentimientos de la otra persona. Para demostrar el acoso, es necesario respaldar la denuncia ante la dirección de la empresa o ante las autoridades legales con hechos concretos: grabaciones de video, grabaciones de audio, fotos, capturas de pantalla de correspondencia en redes sociales, mensajes, correos electrónicos y testimonios de testigos.
Es importante separar los casos reales de acoso de las manipulaciones para glorificar o infligir daños reputacionales (fenómenos de la cultura de cancelación). La culpa y el castigo apropiado deben ser determinados por un tribunal, no por los medios de comunicación.